En las más decisivas batallas de la humanidad, aquellas que marcarán para siempre la evolución misma de nuestra especie, la más profunda clave es la de la dignidad. Y ahora estamos librando una de ellas. Ni el realismo, ni la prudencia, ni el pragmatismo serán efectivos en esta hora crítica. Solo la dignidad nos permitirá liberarnos de la tutela de los grandes financieros y de las reglas de sus mercados. En estos días en los que los realistas se sonríen ante quienes proponen nuevas alternativas y los colaboracionistas de siempre pretenden asustarnos con la más que probable fuga de capitales y el abandono e incluso el acoso que sufriremos por parte de los mercados, no debemos olvidar que esto es realmente una guerra que, como todas ellas, exige sacrificios. Pero es una guerra que quienes estamos dentro de este sistema occidental solo podremos librar con las armas de la no-violencia.