Cuando Nina es salvada de una paliza por David, el niño “inmortal”, decide que a pesar de su violencia será su amiga. No importa nada. Ni la psicóloga, ni el trabajo en la huerta, ni el secreto terrible que guarda celosamente en la quebrada. La decisión de Nina es tan grande, y la hará pasar por tantas pruebas, algunas realmente difíciles, que su fuerza terminará no sólo revelando lo que el niño cultiva rabiosamente en el lecho de lodo, sinó toda la historia aterradora que ha llevado al niño al lugar donde se encuentran. Al sacar su pasado a la luz, Nina consigue lo imposible: darle sentido al horror y la injusticia de la pobreza. Aunque las condiciones que propician la existencia de un personaje como David, el “inmortal” surgen de manera contundente, No comas renacuajos continua siendo una de las más profundas declaraciones de amor.